En el marco de las marcas

Los mercados existen si y solo si están alimentados por unos que necesitan y otros que proveen. Dar y recibir productos o servicios son los bienes referenciados en la academia. Las técnicas de marketing se encargan de potenciar el valor y a disposición para querer adquirirlos y consumirlos sin haberlos tocado, visto u olerlo previamente en vivo y en directo. Un arduo trabajo de fondo que los menos entendidos no sabemos apreciar y medir, relacionado con la imagen, el placer y la satisfacción. 

Como ya mencioné en mi artículo precedente en Inefable, las emociones tienen un impacto notable sobre el pensamiento racional, que se materializa en la toma final de decisiones. De este modo, la ensalada del marketing podría englobar varias ciencias como la psicología, la economía y el diseño. Este último, más que el de campañas publicitarias, el de estrategias para crear relaciones de larga duración entre el cliente y la marca, y de reforzar la asociación del bucle marca-necesidad-consumidor, redundante en ambos sentidos. El cliente busca en la marca cubrir sus demandas físicas, afectivas y sociales. Por otro lado, la marca está obligada a ofrecer, proponer e innovar sobre nuestras costumbres de uso.

 
En relación a los precios, tendemos a pensar que lo más caro es mejor. Pero, mejor en qué? La calidad de un bien está condicionada a las creencias de cada individuo. La durabilidad, la resistencia, o la fiabilidad, son las algunas de las variables en la evaluación de un bien. Es por ello que admiro a esas mentes creativas que ensalzan la valentía, la seguridad, el sexo o el amor, entre otros, que termina liderando nuestra percepción de la marca.

Del libro de cocina al comensal. Vamos a lo que vamos, que el plato principal ya está en la mesa. Sin espinas, pero con doble de pimienta.

Este sistema en el que muchos vivimos funciona en base a la cadena de consumo, desde la extracción, producción, almacenamiento, distribución y compra. Este último es el “push” de todos los demás. Así, nuestro gasto provee de impuestos, que son repartidos para el beneficio de los propios pagadores. Y dos más dos son cuatro, claro. Discursos ornamentados a flor de piel. Los primeros beneficiados son aquellos elegidos democráticamente, los que nos titiritean. Aquellos que fomentan uno de los ciclos más suicidas que conozco, ese que entrelaza trabajo, publicidad y compras.

Gánate el pan de sol a sol. Una vez exhausto te tumbas en tu sillón favorito, enciendes tu juguete en el que miras anuncios subliminales que deterioran tu autoestima (si no consumes lo que promocionan, no eres ni inteligente, exitoso, femenina, o saludable). Tu primer paso se dirige a la tienda para saciar ese conglomerado de insatisfacciones, que no cesa de crecer y de necesitar de tu trabajo para cubrir esos huecos. Así hasta el fin de tus días.


Y es que estamos sometidos a un bombardeo infinito de publicidad. Nos la meten por todos lados. Cartas, folletos, anuncios, carteles, llamadas, mails. También métodos de atracción más sofisticados como los eventos de degustación, decorados para que tú, su principal promotor, invites a tus amigos, las presas potenciales, y todos disfrutemos de un gran momento. Veladas donde lo cognitivo se transforma en asociativo, es decir, las sonrisas son tragos dulces, la comodidad es frescura, o la ternura es celeste. Sutilmente, requieren de nuestros datos personales para proseguir con otra lluvia de eslóganes y colores brillantes. Un ambiente de puro goce, tan confortable que nos sentimos como en casa. Hasta me cambiaría el apellido por el de la firma.

Entre otras pseudo-atrocidades, que mejor que aprovechar una fecha festiva, el Día del Salón, o meloinvento.com, para dar lugar en los escaparates y estanterías a otra colección de productos que ni tú ni los tuyos necesitan. El inconveniente es que se sentirían poco apreciados si ese día (el cumpleaños es naturalmente especial) no reciben el regalo que, por creencia de masas, todos merecemos hoy. Como resultado, caras largas y osos no amorosos. Rencores aparte, por supuesto.


Señores míos, abramos los ojos. Nos hacen un favor y todo. No podemos desaprovechar este precio. Es ahora el momento de obtener un descuento sobre su beneficio del 80 por ciento. Ganchos como el famoso 2 por 1, 3 por 2, o la tabla de multiplicar entera si faltare. Usurópteros. Envuélvamelo que es para regalo. A la par, abrimos un espacio libre para el estreno de un nuevo modelo, obviamente más caro, catalizador de rosca consumista a más no poder. 

Escogemos las marcas para representarnos y mostrar nuestro estatus social. Lo cuidamos y mejoramos a través de su insignia. Hablamos de la marca de otros, no de la propia. Me pregunto cómo hemos caído en esa trampa. Corríjanme si me equivoco. El desparpajo en público de bienes de alto valor demuestra la capacidad para obtenerlos, y por ende, para generar tal capital. Una muestra del eslabón al que perteneces, o al que te gustaría sin motivo aparente. A su vez, las calles se han convertido en pasarelas publicitarias donde modelos caritativos paseamos sus logos sin querer queriendo, muy cerca de nuestro corazón. Te lo presento desde lo más profundo del mismo. Pagamos por trabajar. Vaya i-diotas!


Otros conceptos de base industrial que motivan la compra son la obsolescencia programada y la percibida. La primera fundamentada en el diseño de productos de corta vida útil, que se rompan pronto, los desechemos, y de vuelta al mercado. En segundo lugar, un producto obsoleto en tiempo y moda dada su apariencia anticuada frente al modelo actual, y con ello un consumidor desplumado a los ojos de la competición enfermiza por lo último. Además, piezas sin reemplazo, que ya no se fabrican y que las presentes no son compatibles. Como los ratones en su ruedita, un sin parar.

Un buen sabor de boca de postre. Lo más bonito de ir a comprar es compartir una actividad en familia, amigos, o con tu perro. Un domingo visitando puestos a pie de calle para comprar unas flores, un zumo recién hecho o una artesanía, no es fantástico? Lo simple, lo que no fuerza los bolsillos, lo que conspira hacia un consumo razonable y la felicidad al natural. Regalemos antes de adquirir, pensemos antes de actuar compulsivamente. Abastezcamos el ayer para el consumo de hoy. Todos somos responsables de transmitir el mensaje. 

E-nteligencia, el pensamiento sentido

La comunidad científica siente intriga por la fuente de su propia existencia, por el motor axiomático que caracteriza la curiosidad por el saber, descubrir y conocernos a nosotros mismos. La inteligencia. Las múltiples inteligencias. Propiedades genéticas intrínsecas con la opción de ser desarrolladas a través del entrenamiento. Un gran debate en materia de educación. Métodos personalizados para la mejora de las características individuales, frente a un sistema plenamente uniforme, de voto y gestión sin complicaciones.

Varias son las definiciones de inteligencia fundamentadas en los aspectos cognitivos como la memoria, el análisis espacial o el musical. El boom de la inteligencia emocional definió su rol esencial en el razonamiento. El cerebro y su evolución nos desvela la respuesta al conflicto entre razón y sentimiento. Desde el núcleo hasta la corteza, el Órgano gestiona las  funciones vitales, las emociones y el pensamiento racional. Sin lugar a dudas, el estado de ánimo influye en la percepción de la realidad y el pensamiento crítico. Son las emociones desde dentro las que lideran la toma de decisiones.


Sumado a las sensaciones que nos decantan hacia uno u otro lado, existe el aprendizaje por haber tropezado con la piedra, por jugar con fuego y quemarnos, para dar como resultado decisiones de valor agregado. En pocas palabras, por cometer errores y solventarlos. Esto tan ligero de decir y duro de aplicar se basa en una suculenta praxis: analizar el ayer para mejorar el ahora y el mañana. El campo de las matemáticas que hurga en estados anteriores para predecir y perfeccionar comportamientos futuros es la estadística. Malas lenguas definen la estadística como una rama incomoda de los números. Presenta propuestas al surgimiento de eventos mas que soluciones tangibles, asociadas a nuestra ignorante linealidad. Probabilidad de reacciones en función de unas señales de entrada. Actuar según las experiencias técnicamente un historial de procesos que evoluciona hacia la minimización de errores. En los humanos, pautas y actitudes apostilladas durante el crecimiento, y en las máquinas gracias a la instalación de tareas preprogramadas o algoritmos de autoaprendizaje.


Inteligencia artificial. Una ciencia multidisciplinaria basada en la estadística
que combina la informática, el tratamiento de datos o data mining, la modelización de redes neuronales, y la filosofía, entre otras. Aplicaciones como la gestión de sistemas, reconocimiento de escritura y lenguaje, así como la detección de imágenes o patrones cíclicos financieros, son implementados en campos como la medicina o la economía. Destacado pero ya poco novedoso, el sector del marketing digital, encargado de explorar a los consumidores a través del análisis de nuestras preferencias de navegación, situación geográfica, conversaciones, o tweets, nos ofrece un abanico de compra a la medida de cada paladar.

La Revolución de La Automatización ya esparció sus semillas sin casi levantar sospechas. La nueva generación de empleados eficientes, procesando 24 horas sin fatiga, que ejecutan y aprenden sin cuestionar, que no necesitan vacaciones, sin gremios ni sindicatos, ya están siendo producidos. Trabajos administrativos, cadenas de montaje, servicios y de otros sectores, podrán ser asignados a sistemas automáticos de ínfima desviación estándar. Algunos optimistas comentan que la destrucción de unos puestos generará otros de extrema especialización, además de agrandar la brecha social y finiquitar a la clase media. Los recién estrenados pagadores de impuestos serán testigos del robo progresivo de sus salarios. Si abundan las máquinas, menos personas tributaran, y por lo tanto, un aumento de las contribuciones para compensar la escasez de personal. Resumiendo, una caída total del poder adquisitivo y otras convergencias macroeconómicas negativas. Por otro lado, el bando de inversionistas defenderá que el impuesto extra por la utilización de sistemas automatizados es exagerado, alegando el beneficio en productividad. Mientras tanto, usemos las redes sociales para fomentar el evento "Calvo popular para desempleados con el culo al aire".


Saber que las máquinas no tienen emociones me deja dormir en paz,
aunque no pegaré ojo hasta encontrarlas en personas artificiales. Los valores éticos y tesoros humanos como la intuición, el afecto o la creatividad, no pueden ser trasplantados por arte de magia. Nuestra raza tiene y tendrá el monopolio de pensar con la cabeza y sobretodo con el corazón. Mi placer como ingeniero de no otorgarle el lujo de sentir a unos bichos electrónicos. Me daría miedo contemplar que la ficción dejara paso a la ciencia cierta, y de que el futuro ya fuere cosa del pasado.