Esta
gran Era del Transporte, del rápido, del aéreo, es consumida por nosotros,
actores y espectadores de películas de altos vuelos. ¿Hay algo mejor que ir de
un punto a otro del globo en tiempo récord? Sí, por supuesto. Las memorias y
anécdotas con las que nos deleitamos en futuras reuniones y encuentros con los
nuestros a la vuelta. En este capítulo no trataré ni del destino ni del origen,
sino de esas situaciones cotidianas que acontecen a velocidad crucero.
El
primer paso en el viaje es comprar el billete, destacando la vía online. Yo
buscaba un billete de avión cuando, de repente, muchas ventanitas pop-up colapsaron
mi ordenador. El proceso puede durar horas si además nos dejamos engatusar por
ofertas de alquiler de coche, seguros, paseos guiados u otros ítems
relacionados. Pasamos a la selección de asientos, ese primer factor de decisión
que enferma el estatus. Si viajo en turista, no soy persona de primera. Y
tienen razón. Somos de primerísima categoría por escoger
su aerolínea. Deberían estarnos agradecidos.
Al
presupuesto calculado podríamos añadirle un diez por ciento para el
asalto en los bares o máquinas expendedoras de los aeropuertos. Ponerse
las pilas ya desde casa y/o un picnic en la mochila, tareas obligadas. ¡Ups! No
nos dejan pasar líquidos ni bebidas. Así que ya sabes, como perdido en las
montañas, a beber tu propia orina.
¿En
qué butaca aposentaremos nuestros traseros? Las primeras filas son
interesantes, entras y sales del avión antes que los otros, aprovechando la
comida calentita recién salida del horno y, como no, la simpatía de los
azafatos sin fatiga por repetir las mismas palabras ni doblar su espalda
doscientas veces. Sin embargo, despertando el recelo, llámesele envidia, por no
gozar la opción de extender las piernas hasta el infinito y beber en vasos de
cristal, en esa clase sumamente apreciada. Pensándolo bien, el precio
que pagamos por el billete, ya sea en ejecutiva o turista, es más que
justo. Las aerolíneas invierten muchos centavos en investigar y desarrollar
materiales de alta absorción de ventosidades. Un lujo de
la ingeniería ya amortizado.
Las filas
del medio son especiales para disfrutar de todas las idas y venidas de
pasajeros ansiosos por aterrizar, así como del eco maximizado de los chirridos
del infante de turno. Ni que hablar si tienes la suerte de estar delante de
esos masajistas especializados en patadas. Graciosos los enanos incontrolados
por los padres que no le compraron su tablet distractiva, que no instructiva. Y
las últimas filas, que no las menos importantes, ayudan a trabajarnos la
paciencia para embarcar y desembarcar, localizar un sitio para tu maleta de
mano en algún recóndito lugar del avión (si lo hubiere), esperar a que todos
los pasajeros salgan para poder retirarla, y ya agotado del vuelo, contemplar el
horizonte del sellado de pasaportes -en las fronteras requeridas-, perdiendo
más tiempo de tus queridas vacaciones.
¿Ventana,
pasillo, o en el medio del tinglado? Es una excelente idea usar la estructura
del avión como almohada, en oposición a las vibraciones
y molestias de tus compis para salir de la celda. Una alta probabilidad de
pisotones y luxaciones de hombro si elegimos el asiento del pasillo.
Es
hora de comer, ¡despierte! Una bandeja no me satisface. En ese caso, una como
entrante, otra como plato principal y otra de postre. Encima me quitaron del
mega-menú ese par de aceitunas que marcaban la diferencia. Extraño tanto esos
bocadillos de pan con pan. A este paso, los fabricantes de bandejas y sus
accesorios -los mismos que diseñaron el famoso Tetris- podrían hacerlos
directamente comestibles. A la poca cantidad, un chorro de poca comodidad.
Recuerden que la morfología de sus brazos mientras se alimentan en los asientos
es similar al de tejedoras de aquellas largas agujas. Nunca mejor dicho, compartimos
ese momento "codo a codo". Por cierto, el misterio de la basura
en los aviones ya está resuelto. El pasajero lo descubrió al leer el manual de
emergencia, o al hacer lo mismo que su antecedente: guardar los deshechos en el
bolsillo delantero.
Si no hiciste
amigos durante el banquete, tienes otra oportunidad en la digestión. Una
decena de colegas te están esperando aglomerados en
las colas de un par de baños. Esos rutinariamente colapsados por usuarios que
juegan con los botones que hay dentro. Todos sus hallazgos resultan en
servilletas más que billetes de cien.
¡Alabados
sean los lavabos! Cajas de cerillas, únicos espacios de pequeña gran intimidad
que desprenden un olor característico, casualmente inventado para disuadir
ladrones de tu casa. Tirar el papel higiénico en esa basura de compuerta ultra
resistente, empujando con sazón, dándole vidilla a todo tipo de bacterias. Y
por favor, te lo ruego, borra ya mismo de tu disco duro esas fantasías con tu
pareja o azafata, porque más que movimientos sexuales de un libro de Kamasutra mal impreso, parecen un par de
individuos maniatados intentando liberarse.
Me fascina juntarme con otros nalgas-ardientes en las peculiares cocinas de los
aviones. No sé por qué, pero es un lugar clave de conversaciones para solucionar
el mundo. De todas formas, el entretenimiento está asegurado con los carritos y
sus compartimentos, ideados para esos concursos donde escoges puerta y toca
premio.
Cambiando de aires, he aquí una carta a la Asociación de Individuos XXL desde la Organización de Empresas de Transporte y Producción Aeroespacial: "Las aerolíneas y empresas productoras miembros de nuestro Organismo, piden disculpas por discriminarlos abiertamente. Nuestra intención es hacerles sentir cómodos, pero es nuestro deber hacer felices a los accionistas. Es decir, mini-asientos para amontonar más gente en el aparato volador, aumentando el beneficio por kilómetro recorrido. Entendemos que tal proximidad con su compañero conlleve una relación tan fraternal como hermanos siameses. Además, el petróleo y las tasas aeroportuarias van en aumento. Espero sepan ponerse en nuestra piel. Como medida de compensación, estamos analizando la política aplicada al peso de su equipaje, ya que mientras ustedes empacan un par de abrigos y zapatos, otros pueden llevar el armario completo por el mismo peso. Revisaremos en detalle éste y otros asuntos."
El
peor recibimiento es perder la maleta en destino, gastando más minutos y
nervios en la consecuente reclamación, además de usar la misma ropa interior
durante unos días. Pero el punto bueno es que te pagan aquello que compres de
repuesto, hasta que llegue tu contenedor perdido, si es que aparece.
Ya
sea por turismo, visita familiar, amigos o trabajo. Viajar es esencial en
la internacionalización de la humanidad. Cualquiera sea el pasatiempo,
incluyendo libros, películas, música,
o una placida siesta, los viajes en avión pueden ser muy agradables.
Observar nuestro planeta desde las alturas es maravilloso. Esperamos hayan disfrutado de su vuelo y podamos sonreírles nuevamente muy pronto.
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